PREVIO ... Llega así la fase
culminante de la lucha. Las columnas de los coroneles Denis Pack y Henry
Cadogan intentan marchar sobre la Plaza Mayor, pero son rechazadas con
terribles pérdidas por el fuego de los Patricios que, al mando de Cornelio
Saavedra, están atrincherados en el Colegio de San Carlos (hay
Colegio Nacional de Buenos Aires, en la esquina de Bolívar y Moreno). Pack
se retira entonces a la iglesia de Santo Domingo, ocupada ya por las
tropas del General Craufurd, y hace enarbolar en lo alto de la torre la
bandera del regimiento 71, depositada en ese templo por Liniers
después de la reconquista. Cadogan, a su vez, busca refugio con los restos
de la columna en la denominada “casa de la Virreina Vieja”. En esos
dos bastiones los británicos se proponen resistir hasta recibir los
refuerzos que Whitelocke
debe enviarles. El Comandante supremo inglés, sin embargo, nada atina a
hacer en apoyo de sus subordinados.
Rechazada
la embestida inglesa, las fuerzas de a defensa pasan al contraataque. El
convencimiento de que la victoria ya ha sido lograda da al asalto un
ímpetu arrollador. Cae la “casa de la Virreina Vieja” y sobre su
azotea quedan tendidos los cuerpos de más de 30 soldados británicos.
Martín Rodríguez, que interviene en el ataque, describe así el espectáculo
que ofrece el edificio al término de la lucha: “Parece exagerado decir que por los
caños corría la sangre, pero así sucedió...”
En Santo
Domingo, Craufurd y Pack ofrecen desesperada resistencia, pero deben
finalmente deponer las armas. El templo, acribillado a balazos, recibe
también los impactos de los cañones emplazados en las calles y de las
baterías del Fuerte. A este último desastre se suma también el fracaso del
contingente británico que avanza por el flanco opuesto. Sus columnas,
después de sufrir terribles pérdidas, se repliegan hacia Retiro, acosadas
incesantemente por las tropas y el pueblo. Termina así la jornada del día
5 de Julio. El ataque ha sido rechazado en todos los frentes, y los
británicos han sufrido la pérdida de más de 2.800 hombres entre muertos,
heridos y prisioneros.
El
dramático enfrentamiento concluye dos días más tarde. Después de largas
negociaciones, Whitelocke
se resigna a aceptar la derrota, y firma la Capitulación que le impone Liniers.
Este último, bajo la enérgica incitación de Martín de Alzaga, incluye en
el documento la condición de que Montevideo, lo mismo que Buenos Aires,
sea abandonada totalmente por las fuerzas británicas. Como concesión, Liniers
acepta que las tropas de Beresford capturadas en 1806 regresen a su patria
junto con las fuerzas de Whitelocke.
En los
primeros días de Septiembre la flota inglesa se hace a la vela en
Montevideo. Atrás queda una ambición de conquista que no llegó a
concretarse ni se concretará ya jamás. De todos los virreinatos y ciudades
de América llegan a Buenos Aires mensajes saludando a la capital del Plata
por el extraordinario triunfo.
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