PREVIO
... Mientras
en Montevideo el Virrey Sobremonte
ve desaparecer los últimos vestigios de su poder, en Londres se
desarrollan los acontecimientos que darán origen a la segunda invasión. Un
clima de euforia reina en los círculos políticos y comerciales de la
capital inglesa, ante la posibilidad de asegurar la conquista de los
vastos dominios de España en América mediante una serie de audaces
incursiones similares a la realizada por Popham y
Beresford contra Buenos Aires. Dos expediciones se han hecho ya a la mar;
una comandada por el General Samuel Auchmuty, quien tiene por misión
reforzar a Beresford (en ese momento todavía no ha llegado a Inglaterra la
noticia de la reconquista de Buenos Aires), y otra comandada por el
General Robert Craufurd, quien debe llevar a cabo la ocupación de Chile.
Se contempla, simultáneamente, la posibilidad de realizar un ataque contra
México, y se encarga el estudio de dicho proyecto al General Arthur Colley
Wellesley futuro duque de Wellington.
La puesta en
marcha de estas empresas ha sido decidida por el gabinete presidido por
Lord William Wyndham Grenville, quien, a raíz de la muerte del primer
ministro Pitt, asumió la Jefatura de un nuevo gabinete. Grenville, a
diferencia de Pitt, que propugnaba la emancipación de las colonias
españolas, está resuelto a llevar a cabo la conquista en firme de los
principales puertos y territorios de América. De esta forma se propone
contrarrestar la expansión francesa en Europa y, al mismo tiempo, abrir a
las exportaciones británicas los inmensos e inexplotados mercados
americanos. El bloqueo económico que Napoleón amenaza imponer a Inglaterra
quedará, así, frustrado.
Los temores del gobierno inglés
pronto quedan confirmados. Napoleón, en fulminante campaña, invade y
derrota a Prusia y, el 22 de Noviembre de 1806, firma en Berlín un decreto
por el cual ordena el cierre de las costas de Europa al comercio
británico. El documento expresa claramente la voluntad del emperador de
aniquilar económicamente a los ingleses: “Las Islas
Británicas son declaradas en estado de bloqueo. Todo comercio y todo
intercambio con las Islas Británicas queda
prohibido”.
Este
hecho viene a acelerar los planes de invasión a la América del Sur. Para
los británicos la apertura de los mercados de las colonias españolas se ha
convertido ahora en una cuestión vital.
A fines de
Diciembre de 1806 llegan a Londres los primeros rumores de la derrota de
Beresford en Buenos Aires. La inesperada noticia queda confirmada un mes
más tarde, y provoca extrema alarma en los círculos comerciales, pues ya
han zarpado.
Brigadier General de puertos ingleses,
rumbo al Río de la Plata, más de 100 barcos abarrotados con toda clase de
mercancías. Los planes de conquista cobran nuevo vigor, y Grenville decide
lanzar sin tardanza un nuevo ataque contra Buenos
Aires.
Un raudo velero parte inmediatamente hacia el
cabo de Buena Esperanza, portando un mensaje para el General Craufurd, por
el cual se le ordena abandonar la expedición contra Chile y dirigirse con
sus fuerzas al Río de la Plata para unirse allí con las tropas del General
Auchmuty. El 24 de Febrero de 1807, el ministro de guerra designa al
General John
Whitelocke Comandante en jefe de todas las fuerzas que operarán en
la América del Sur. Whitelocke
dispondrá de un ejército de más de 12.000 soldados para cumplir su misión
(2.000 del Coronel Backhouse, 3.800 del General Auchmuty, 4.700 de
Craufurd, y 1.800 hombres más que partirán de Inglaterra). Con esa
poderosa fuerza la victoria debe, inevitablemente, ser alcanzada.
El
9 de Marzo se hace a la vela la fragata "Thisbe", que conduce a bordo al
General Whitelocke
y su estado mayor. Tres días antes, Whitelocke
ha recibido del rey la designación de Gobernador de los territorios que
serán conquistados, con un sueldo adicional de 4.000 libras esterlinas
anuales. Ese nombramiento constituye la prueba de la absoluta certeza que
los ingleses tienen en el triunfo de la expedición. A su juicio, el Río de
la Plata, al que los diarios de Londres califican ya como el “futuro
granero de Sudamérica”, pronto habrá de convertirse en un dominio más de
la corona británica.
FUENTE
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