12 de agosto de 1806. Por las calles que conducen a la Plaza Mayor, avanzan en tropel las fuerzas de la reconquista, envueltas en el humo de las explosiones y el retumbar de los disparos.

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HISTORIA - LAS INVASIONES INGLESAS -

PREPARACION E INVASION - LA RECONQUISTA - LA DEFENSA

DATOS VARIOS  +  CELEBRACION DEL DIA DE LA RECONQUISTA DEL 12 DE AGOSTO 

 

PRIMERA INVASION - LA RECONQUISTA 4

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PREVIO ...  El caballo de Pueyrredón rueda muerto, alcanzado de lleno por un proyectil. En ese dramático instante, surge imprevistamente un paisano, Lorenzo López, quien, aproximándose al galope, levanta a Pueyrredón en ancas de su propia cabalgadura, y le salva la vida.

La desesperada carga de Pueyrredón no altera el resultado del combate, En menos de veinte minutos Beresford queda dueño del campo, con la única pérdida de cinco hombres heridos. A pesar de ello, Pueyrredón y sus paisanos volverán a agruparse y se incorporarán más tarde a las fuerzas que manda Liniers.

Después de permanecer en Perdriel un par de horas, Beresford emprende el regreso a Buenos Aires con la artillería capturada y cinco prisioneros. Entre estos últimos se encuentra un desertor de su propio ejército, un soldado alemán, católico, que se pasó a las filas españolas. Para sentar ejemplo, Beresford lo hace fusilar, pocos días después, frente a todo el regimiento 71 formado en cuadro.

4 de Agosto de 1806. Son las nueve de la mañana. En el fondeadero del río Las Conchas reina un movimiento extraordinario. Decenas de embarcaciones se aproximan a la ribera, y de ellas descienden los soldados de la fuerza expedicionaria de Liniers. El marino francés, que hace ya más de treinta años sirve a la corona de España, da así principio a la marcha que culminará con la reconquista de Buenos Aires.

En menos de una hora las tropas terminan la operación de desembarco. Bajan también a tierra más de 300 marineros de la flotilla y, al mando de su jefe, Brigadier Juan Gutiérrez de la Concha, pasan a engrosar los efectivos de Liniers. Este resuelve pernoctar en el lugar para iniciar el avance al día siguiente. Los soldados deben soportar esa noche una violenta lluvia que, con breves interrupciones, habrá de prolongarse hasta el día 8 de Agosto. Ese temporal tiene decisiva influencia en el desarrollo de las operaciones, pues Beresford, que se propone salir de Buenos Aires para enfrentar a campo abierto a las columnas de Liniers, se ve obligado a permanecer en la capital. Desprovisto de tropas de caballería, el General inglés considera imposible marchar a pie con sus soldados por los caminos que la lluvia ha convertido en ríos de barro.

Las tropas españolas y criollas acometen, sin embargo, la dura travesía por el lodazal. Salvo una compañía de Dragones, y la caballería voluntaria que comanda Pueyrredón, el resto de la fuerza debe marchar a pie. El avance, finalmente, se interrumpe en San Isidro. En la mañana del 9 de Agosto las condiciones del tiempo mejoran, y Liniers da nuevamente la orden de marcha. Al otro día el ejército se encuentra en los Corrales de Miserere (actual Plaza Once), a pocos kilómetros al oeste de Buenos Aires.

En la ciudad, Beresford verifica con alarma la creciente hostilidad de la población. La provisión de víveres se interrumpe y los negocios y pulperías cierran sus puertas. El jefe inglés comprende entonces que no podrá mantenerse por mucho tiempo en la plaza, donde sus tropas corren el peligro de quedar atrapadas y sin posibilidad alguna de escapatoria. Piensa ya retirarse a través del Riachuelo hasta el puerto de la Ensenada, para reembarcarse allí en la flota de Popham. ... SIGUE

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