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HISTORIA - LAS INVASIONES INGLESAS -

PREPARACION E INVASION - LA RECONQUISTA - LA DEFENSA

DATOS VARIOS  +  CELEBRACION DEL DIA DE LA RECONQUISTA DEL 12 DE AGOSTO 

 

SEGUNDA INVASION - LA DEFENSA 3

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PREVIO ...
En Buenos Aires, entretanto, la noticia de la caída de Montevideo y de la actuación de Sobremonte, corre como un reguero de pólvora. La insurrección, finalmente, estalla el 6 de Febrero de 1807. Desde todos los barrios de la ciudad una multitud encolerizada converge sobre la Plaza Mayor, desfilando en incesante corriente. Asomado a una de las ventanas del edificio de la Audiencia, el fiscal Caspe y Rodríguez observa el paso de la muchedumbre y escucha gritar a los más exaltados:


-¡Muera el -virrey y los traidores! ¡Fuera la Audiencia! ¡Viva la libertad/ ¡Enarbolemos la bandera republicanas!

En el Cabildo, algunos hombres del pueblo se han encaramado a la torre y hacen sonar la campana. Alzaga y los regidores, ante la violenta conmoción, deciden convocar inmediatamente a una asamblea extraordinaria a todas las autoridades y los principales vecinos de la ciudad. Liniers y los jefes de los cuerpos voluntarios se dirigen, también, al Cabildo.

Esta vez no hay vacilación alguna. Martín de Alzaga toma la palabra y, haciéndose eco de los reclamos de la muchedumbre que llena la plaza, exige la inmediata destitución y arresto del Virrey Sobremonte. La medida es aprobada por la asamblea, para evitar, como lo señalan las actas del Cabildo, “Las fatalísimas consecuencias que de lo contrario deben recelarse y temerse justamente”. El paso decisivo está dado. Quedan así confirmadas las palabras de Sobremonte, quien, en un informe enviado poco antes a la Corte de España, ha señalado que en el Río de la Plata ya no existe “más voluntad que la del pueblo armado”. Y es el pueblo quien decide ahora, en un nuevo acto de soberanía, su derrocamiento.

La Audiencia, en un último intento por salvar la autoridad del Virrey, recurre a maniobras dilatorias, al serle presentada para su aprobación la decisión de la asamblea del 6 de Febrero. Sin embargo, el clima de insurrección que reina en la ciudad termina por derribar toda oposición. Corren de mano en mano panfletos anónimos, en los cuales se señala la decisión de recurrir a la violencia si la voluntad popular no es acatada. “Pedimos que a Sobremonte se le quite todo mando -dice un volante-, y que no tenga voz ninguna, y que se le dé a don Santiago Liniers todo poder y mando para que nos mande y gobierne, y si esto no se ejecuta de aquí al domingo, pasaremos a degüello a toda la Audiencia por haberse opuesto - Así lo pide el Pueblo".

El 10 de Febrero tiene lugar en el Fuerte una junta general a la que asisten las autoridades y los principales vecinos, y allí, por mayoría de votos, se resuelve destituir y arrestar al Virrey. El poder pasará a la Audiencia, hasta que el rey decida la designación de un nuevo gobernante. En la práctica, empero, el mando supremo queda en manos de Liniers, el hombre que Buenos Aires ha proclamado como su único caudillo.

Los hechos acaecidos en la capital llegan pronto a conocimiento del General británico Auchmuty, pero en forma distorsionada. Estos informes señalan que no sólo ha sido depuesto Sobremonte, sino que también se ha abolido la Audiencia, y que en Buenos Aires ya no flamea más la bandera española. En la práctica, esto equivaldría a una virtual declaración de Independencia. ... SIGUE

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