PREVIO
... Auchmuty, a su vez, dispone la publicación de un diario, “La Estrella del Sur”, con la
colaboración de Aniceto Padilla. Este periódico bilingüe se convierte en
el vocero de propaganda de la política de expansión inglesa, lanzando
duros ataques contra el régimen colonial español. Sus editoriales,
simultáneamente, anuncian los grandes beneficios que obtendrán los
rioplatenses al aceptar la dominación británica: "No hay otro refugio que tomar, sino
acogeros a los brazos de Inglaterra... en someteros al cetro inglés,
participaréis de los mismos derechos y privilegios que gozamos nosotros.
Vuestro comercio, libre de exacciones injustas y monopolios onerosos, se
hallará más próspero y feliz que nunca. La justicia se administrará con
imparcialidad rigurosa ...”.
Pese a sus esfuerzos para ganarse el apoyo de la
población, los británicos no consiguen más que la solidaridad aislada y
encubierta de unos pocos individuos. Para la inmensa mayoría de los
rioplatenses no existe, como lo señala Manuel Belgrano, más que una sola
alternativa: “tener el amo viejo o ninguno”. Este hecho sorprende a Whitelocke,
quien, de acuerdo con los informes que ha recibido al salir de Londres,
esperaba que muchos habitantes del Río de la Plata habrían de volverse
masivamente en favor de los ingleses para liberarse de la dominación
española. Así lo manifestará posteriormente ante la corte marcial que lo
juzgó por su derrota en Buenos Aires: “A mi llegada esperaba encontrar
una gran porción de los habitantes preparados a secundar nuestras miras;
pero resultó ser un país completamente hostil, en el cual, ni por
conciliación, ni por interés, nos era posible dar con un amigo que nos
ayudase, aconsejase ni proporcionase los datos más
insignificantes..."
Esta es la dura realidad que deben
enfrentar los británicos. En la Banda Oriental, sus fuerzas sólo son
dueñas del terreno que pisan. Por todas partes la hostilidad de los
habitantes y la acción de las partidas armadas va creando el vacío a su
alrededor, impidiéndoles obtener los abastecimientos y cabalgaduras
necesarios para, asegurar la adecuada subsistencia y desplazamiento de sus
tropas. Ante esta situación, y dado que se avecina la temporada de las
lluvias invernales, lo que habrá de añadir aún más dificultades al ataque
a Buenos Aires, el General Whitelocke
resuelve emprender la operación lo antes posible. El asalto, cuyo éxito
descuenta, se iniciará en cuánto arribe de Cabo de Buena Esperanza el
contingente del General Robert Craufurd.
El 15 de Junio de
1807 anclan en el puerto de Montevideo los transportes de Craufurd,
después de un viaje a través del Atlántico sur de más de dos meses de
duración. Whitelocke,
a pesar del agotamiento que muestran los soldados tras la larga travesía,
ordena que no sean bajados a tierra, y dispone que se inicie
inmediatamente la invasión a Buenos Aires, Entre los días 17 y 21 de
Junio, zarpan las diferentes flotillas que se encuentran concentradas en
Montevideo y Colonia, y ponen rumbo a la ensenada de Barragán, el punto
elegido para realizar el desembarco.
La operación se inicia el
28 de Junio, sin encontrar ninguna oposición armada. Venciendo las grandes
dificultades que presenta el terreno costero, cubierto de bañados y
franjas anegadizas, los británicos completan al día siguiente el
desembarco del grueso de sus tropas. Varios cañones y la mayor parte de
los víveres se pierden en la marcha a través de los bañados. En total, las
fuerzas de que dispone Whitelocke
para iniciar el ataque sobre Buenos Aires están integradas por 8.000
hombres. Pero la falta casi absoluta de caballos - sólo unos 200 han
podido ser traídos de Montevideo - constituye un grave impedimento para
las operaciones del ejército. Este deberá avanzar prácticamente a ciegas
en un país desconocido, sin el indispensable auxilio de piquetes montados
de exploración. ...
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