PREVIO ... El encuentro, sin embargo, no se produce. La vanguardia inglesa,
comandada por el general Levison Gower, franquea las posiciones ocupadas
por los rioplatenses y, en la tarde del 2 de Junio, cruza el Riachuelo por
el denominado Paso Chico, aguas arriba del Puente de Gálvez. Liniers
comprende que ese movimiento constituye una gravísima amenaza, pues los
ingleses pueden avanzar ahora por su retaguardia y penetrar en Buenos
Aires sin encontrar oposición alguna. Ordena entonces que las divisiones
comandadas por Bernardo de Velazco y Francisco Javier de
Elío se dirijan a marchas forzadas a los Corrales de Miserere
(actual Plaza Once), para bloquear el avance de los británicos. El mismo Liniers
se pone a la cabeza de las columnas, y deja a los otros dos cuerpos, el de
César Balbiani y el de Juan Gutiérrez de la Concha, encargados de la
defensa de la línea del Riachuelo.
La
sorpresivo maniobra de los británicos logra provocar la separación de las
fuerzas de Liniers,
difundiendo la confusión en sus filas y debilitando su poder combativo.
Sin embargo, también el ejército inglés pierde su unidad en el desarrollo
del movimiento. La vanguardia comandada por Gower, al desplazarse a través
del Riachuelo, dejó atrás al grueso capitaneado por el propio Whitelocke.
Este último jefe, al no poder establecer contacto con las columnas de
Gower, resuelve detener el avance y acampar con sus tropas para pasar la
noche en un paraje situado a unos 12 kilómetros de la orilla del
Riachuelo.
Gower,
entretanto, prosigue su avance hacia los Corrales de Miserere con una sola
de sus brigadas, la del General Craufurd, pues la segunda brigada, dado el
agotamiento de los soldados que la Integran, queda rezagada. A eso de las
cinco de la tarde, y cuando la oscuridad comienza a cerrarse sobre el
terreno, las tropas de Craufurd alcanzan su objetivo. Allí se encuentra ya
atrincherado Liniers
con la división de Velazco. Se entabla inmediatamente la lucha, y los
ingleses con violenta carga a la bayoneta dispersan a las fuerzas
españolas, apoderándose de todas sus piezas de artillería. Craufurd
continúa la persecución de los vencidos hasta alcanzar los suburbios de
Buenos Aires (se extendían entonces hasta la altura de la actual calle
Callao).
El jefe inglés, a pesar de que ya ha caído la noche, está
resuelto a continuar con todo ímpetu el avance y penetrar en una sola
arremetida hasta el centro de la ciudad que, a esas horas, se encuentra
totalmente desguarnecida. Su audaz decisión puede asegurar en forma
inmediata la victoria a los británicos. En ese momento crítico interviene
el general Gower, quien, rechazando la proposición de Craufurd, le ordena
detener el avance y replegarse inmediatamente a los Corrales de Miserere.
Buenos Aires, providencialmente, se ha salvado.
En medio de la
noche, las tropas batidas en Miserere se dispersan en todas direcciones,
sembrando a su paso el pánico y el caos. Soldados y jinetes irrumpen en
las calles de Buenos Aires, anunciando a gritos que más de 14.000 ingleses
avanzan sobre la ciudad. Liniers ha
desaparecido, y nada se sabe sobre su paradero. En esas circunstancias, el
Coronel Elío,
totalmente abatido, envía un mensaje a Balbiani, jefe de las fuerzas que
aún permanecen inmovilizadas en el Riachuelo. El papel sólo contiene una
frase: “compañero, retírese que todo está
perdido!”. ... SIGUE
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