PREVIO ... Dentro de este clima de desastre surge la
figura que dominará la crisis: Martín de Alzaga. El alcalde y los demás
cabildantes han resuelto en la tarde del 19 de Julio permanecer reunidos
en sesión permanente hasta que concluya la lucha, sea cual fuere el
resultado. Así, al producirse la catástrofe, el Cabildo pasa a convertirse
en el centro de dirección de la última resistencia, Alzaga envía
inmediatamente un mensaje a Balbiani, ordenándole que abandone la posición
del Riachuelo y se dirija con sus tropas a la Plaza Mayor. Dispone,
asimismo, que se traigan del Retiro todos los cañones allí emplazados para
destinarlos a la defensa del centro de la ciudad. Mientras se toman estas
disposiciones, arriba en Cabildo, sin escolta alguna, se encuentra el
Coronel Elío. La
entrevista que sostiene con Alzaga ha quedado registrada en las memorias
escritas por un testigo, Domingo Matheu, futuro vocal de la junta de Mayo.
Este declara:
"El señor de Elío, después
de haber mandado el papel a Balbiani, se subió al Cabildo, hizo presente
que todo estaba desparramarlo; y que por lo mismo era menester hacer
capitulaciones ... pero el alcalde y muchos otros del Cabildo dijeron que
no miraban la cosa tan perdida para hacer capitulaciones; y salid una voz
diciendo que Elío era un
pícaro ... y empezaron algunos a gritar que nos habíamos de defender hasta
morir; y haciéndose Elío el
desentendido, dijo: -Si he propuesto la capitulación es porque los dos
generales se han ido..., y se gritó por algunos sujetos: -Para defender la
ciudad no necesitamos de generales”.
Superados los primeros momentos de confusión, gracias a la
enérgica intervención de Alzaga, civiles y soldados trabajan febrilmente
en la preparación de Improvisadas defensas y reductos, y se aprestan a
disputar a los británicos la posesión de cada calle, cada casa y cada
metro de terreno. La resistencia será así el resultado de la espontánea
Intervención en la lucha de todos los habitantes, sin distinción de
clases, edades ni sexos. Uno de los jefes ingleses que interviene en el
ataque, el Teniente Coronel Alexander Duff, señalará más tarde ante el
tribunal que juzgó a Whitelocke
el extraordinario espíritu de solidaridad con que la gente de Buenos Aires
se lanzó al combate: “Todos eran enemigos, todos armados, desde el hijo de
la vieja España hasta el negro esclavo..”.
Al día siguiente, 3
de Julio, Liniers,
que hasta ese momento ha permanecido en la Chacarita, se presenta en la
ciudad acompañado por más de 1.000 soldados. En medio de las entusiastas
aclamaciones de la gente que cubre la Plaza Mayor, el caudillo se
entrevista con Alzaga y aprueba las medidas que han sido tomadas para la
defensa. Las tropas son inmediatamente distribuidas en los reductos
emplazados en las azoteas y calles. Comienza entonces la larga espera que
precede a la batalla, que se inicia, finalmente, a las 6,30 de la mañana
del 5 de Julio, con una descarga cerrada de la artillería inglesa. Desde
sus posiciones en los Corrales de Miserere, las fuerzas británicas se
despliegan en dos grandes masas de asalto, divididas, a su vez, en varias
columnas. Estas avanzan por las calles para ocupar los edificios y
Posiciones que cubren ambos flancos de Plaza Mayor. Una tercera división
inglesa realiza un amago de ataque por el centro de la ciudad, para
desorientar a los defensores. ...
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