PREVIO
... -¡Es el pueblo,
para asegurar su defensa, el que tiene autoridad para decidir quién habrá
de gobernarlo!
En
la plaza la agitación degenera en tumulto. Juan Martín de Pueyrredón se
asoma a los balcones del Cabildo e incita a la multitud a exigir la
entrega inmediata del poder a Liniers.
La gente se arremolina y atropella contra los guardias que custodian las
entradas del edificio. Muchos consiguen irrumpir en el recinto donde se
celebra la reunión, y exigen enardecidos que se proceda sin más trámite a
acatar la voluntad popular.
En medio del desorden, los
miembros de la Audiencia abandonan el Cabildo, paro, provocar, con su
ausencia, la disolución de la Asamblea. No logran, empero, su propósito.
Los que permanecen en el edificio ponen término a la discusión y designan
a Liniers
jefe militar de la ciudad. Al tener noticia del nombramiento, la multitud
estalla en una ovación ensordecedora. Así, la jornada del 14 de Agosto
marca. el fin de toda una época. El pueblo de Buenos Aires, al imponer la
designación de Liniers,
su caudillo, ha ejercido por primera vez su soberanía.
Se
inicia el mes de Septiembre de 1806. El Comodoro Popham se
encuentra con sus barcos frente a Montevideo, bloqueando estrechamente el
puerto. La permanencia de la fuerza naval británica en el Río de la Plata
señala claramente que, a corto plazo, habrá de producirse un nuevo ataque.
Buenos Aires, ante la amenaza, se prepara febrilmente para la defensa. El
día 6, Liniers
lanza una proclama en la que convoca a todos los hombres aptos para
empuñar las armas a incorporarse en los batallones que serán organizados
para enfrentar la agresión. Estos cuerpos, por decisión de Liniers,
se identificarán por el lugar de nacimiento de sus componentes. El
caudillo crea así un nuevo ejército que nada tiene que ver con la fuerza
profesional que hasta entonces existía en el Virreinato. El suyo será un
ejército popular, con sus jefes y oficiales elegidos por la propia
tropa.
La razón de esta medida es muy simple: Liniers
sabe que no puede esperar ninguna ayuda de España, pues desde la victoria
de su escuadra en Trafalgar, los británicos dominan en forma absoluta las
comunicaciones oceánicas con la Península. El Virreinato, por lo tanto,
está enteramente. librado a su propia suerte. Para enfrentar la nueva
invasión inglesa no queda, en consecuencia, más que recurrir a la
movilización masiva de los vecinos. Habrá que improvisarlo todo, apelando
a la voluntad de lucha del pueblo. ...
SIGUE
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