Sin
paraguas
ni escarapelas
1810
SIGUE...
Los
de labor incesante eran Castelli y Matheu, aquel impulsando y marchando a todas
partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos
bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y
abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplaciones a cosas
viejas ni consideración a máscaras de hierro; de ahí arranca la antipatía
originaria en la marcha de la junta entre Saavedra y él". Matheu se da
demasiada importancia. Todos esos hombre han sido carlotistas y, salvo Saavedra,
son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos
como aliados contra España.
La mañana del 25, cuando muchos se
han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", Castelli sale al
balcón del Cabildo y con el énfasis de Saint Just anuncia la hora de la
libertad. La historiografía oficial no le reserva un buen lugar en el rincón de
los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de
la Historia. Aquellas jornadas debían ser un golpe de mano, pero la fuerza de
aquellos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente. Dice
Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del
interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos,
(...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra
(...) En el mismo buenos aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra
empresa: unos la creían inverificables por el poder de los españoles; otros la
graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros, en fin, y eran
los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando de que en breves días
seríamos víctimas del poder y furor español".
SIGUE...
Publicado en
"Cuentos de los años felices". Ed. Sudamericana. P. 119
Aportado por
Gustavo Ernesto Galli para
La Pagina del
Conocimiento
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PRIMERA
JUNTA
Vocal
Manuel Alberti
Sacerdote y patriota nacido en Buenos Aires el 28 de mayo de 1763.
Participó activamente en las jornadas revolucionarias de Mayo de
1810. Fue elegido vocal de la Primera Junta y uno de sus hombres más
ilustrados. Se había recibido de Doctor en Teología en Córdoba y era
dueño de un discurso moderado pero sustancioso. Suscribió todos los
acuerdos de la Junta, pero no estuvo de acuerdo con la ejecución de
Liniers y los demás contrarrevolucionarios de Córdoba. Murió el 31
de enero de 1811. |