Sin
paraguas
ni escarapelas
1810
(Por Osvaldo Soriano)
SIGUE...
Al ver que Castelli llega con las armas
de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben sustituir a
Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José Paso y el licenciado Manuel
Belgrano esperan afuera recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los
gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto,
flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable, pero se
exalta con facilidad. Paso es hombre de callar y tramar pero luego tendrá su
gesto de valentía.
Entrada la noche, cuando Fench y
Beruti han agitado toda la aldea y repartido muchos sablazos entre los
disconformes. Belgrano y Saavedra abren la puerta de la sala capitular para que
entren los gritos de la multitud. No hay nada más que decir: Cisneros se va o lo
cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la Plaza
y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español
que forma una junta incluyendo a Castelli, que tiene cuarenta y tres años y está
enfermo de cáncer. Los "duros" rechazan la propuesta y juegan a todo o
nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya
acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington
mientras Castelli se imagina en la Convención francesa. Su Robespièrre es un
joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
Entre tanto French, que teme una
provocación impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus
oficiales controlas los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los
de Saavedra . Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se
topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French derriba
la puerta de una tienda de la recova y se lleva unos rollos de paño para hacer
cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien lo ve de lejos y nace la
leyenda de la escarapela.
Al amanecer, para guardar las formas,
el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva junta de gobierno ya
está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la
reserva reflexiva de la ideas y de las instituciones que se habían formado para
marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular;
Belgrano, Castelli y Paso eran monárquicos, pero querían otro gobierno que el
español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía
en todo evento de su origen español; demócratas: Alberti, Matheu y Moreno.
SIGUE...
Publicado en
"Cuentos de los años felices". Ed. Sudamericana. P. 119
Aportado por
Gustavo Ernesto Galli para
La Pagina del
Conocimiento
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PRIMERA JUNTA
Secretario
Juan
José Paso
Nació
en Buenos Aires el 2 de enero de 1758. Como secretario de la
Primera Junta de gobierno sostuvo la postura de que Buenos Aires
debía actuar como 'hermana mayor' de las otras provincias y con
ello destacó su responsabilidad en la difícil hora. El 22 de Mayo
de 1810 asistió al Cabildo abierto y apoyó la postura del grupo
revolucionario que pugnaba por el cese del virrey. Lo hizo
mediante un discurso hábil y conciso que ayudó a definir la
votación en favor de la causa patriota. Su brillante actuación le
valió el nombramiento de secretario de la Primera Junta al lado de
Moreno, cuyas ideas compartía. Fue miembro del primer Triunvirato
y del segundo. En 1815 fue nombrado asesor de gobierno del
Directorio y auditor general de Guerra. Más tarde, resultó electo
Diputado al Congreso de Tucumán, donde se desempeñó como
secretario. En la sesión del 9 de Julio de 1816, le cupo el honor
de leer el Acta de Declaración de la Independencia. En 1822,
elegido representante de la Legislatura de la provincia de Buenos
Aires, llegó a ocupar la presidencia del cuerpo. También integró,
como diputado, el Congreso Nacional de 1824. Murió en Buenos Aires
el 10 de septiembre de 1833, alejado de toda función pública.
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