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Los negros

La Real Cédula del 31 de mayo de 1789, dada en Aranjuez por Carlos IV, constituye un verdadero código sobre el trato que debía darse a los negros: Los amos debían instruir a los esclavos en la religión católica y en la verdades necesarias para que fueran bautizados en el término del primer año de residencia en las colonias (se les debían explicar las doctrinas los días de precepto, hacerles oír misa y costear un sacerdote que les instruyera y les administrara los sacramentos; los días de trabajo, después de cumplida la labor, debían rezar el rosario en presencia del mayordomo o del amo). Debían además alimentarlos y vestirlos adecuadamente, y también a sus hijos (las niñas menores de 12 años y los varones menores de 14), aunque éstos fueran libres. Debían concederles descanso los días de fiesta de precepto. Se les debía reservar principalmente el trabajo del campo y no las labores sedentarias, y el trabajo debía ser proporcionado a la fuerza y edad de cada uno. El trabajo era obligatorio de los 17 a los 60 años, y la jornada de sol a sol. Las mujeres debían tener labores adecuadas, separadas diversiones y se prohibían que se reunieran los de haciendas diferentes. Debía proporcionárseles habitación y cama, asistencia en caso de enfermedad, los gastos de defunción y mantenimiento en caso de invalidez. Tenían el derecho de libre elección matrimonial (el dueño del marido debía comprar a la mujer, o el dueño de la mujer al marido). Las sanciones contra amos o mayordomos de haciendas eran muy severas. Los amos y mayordomos podían imponer penas corporales a los esclavos, sin contusión grave ni efusión de sangre; las penas mayores (muerte o mutilación) sólo podía decidirlas la Audiencia. Se debía llevar un padrón de los esclavos; no podían ausentarse sin permiso y había que dar cuenta de su defunción. Una serie de tribunales y funcionarios estaban encargados de la salvaguarda de estas disposiciones, que tendían a humanizar el trato de los esclavos. Diversos testimonios - entre ellos el del capitán inglés Gillespie- señalan el buen trato que se les daba en el Río de la Plata.
Fuente: Rosenblat, Ángel; Historia Argentina tomo IV; "Las castas en la vida de las gobernaciones del virreinato"; Plaza & Janés S.A. Editores Argentina Bs.As. ; Barcelona, Bogotá; 1981; páginas 1832/1833
Seleccionado por el equipo Stamble Moguttu del Certamen Revolución de Mayo - 1999
Los Negros Esclavos

Muchas veces nos han contado que las familias adineradas tenían esclavos como servicio doméstico. Era común que en los caserones coloniales revolotearan unos doce negros, ocupado cada uno en sus quehaceres. Pero los esclavos no se compraban sólo para servir, sino también para obtener ganancias con su trabajo. Muchas familias vivían del trabajo de sus esclavos, ya que éstos eran hábiles artesanos. En los amplios patios de las casas hacían escobas, velas, dulces, etcétera, que luego vendían por las calles. También eran cocineros, mucamos, albañiles, blanqueadores, cavaban pozos, hacían changas. Las negras lavaban, planchaban, eran amas de leche. Cuando el negro o el indio llevaba más de un año de esclavitud y ya había aprendido el español, lo llamaban ladino; en cambio era un "bozal" hasta que aprendía ese idioma.
Fuente: Compilación de textos Mi país, tu país, la vida cotidiana; Centro Editor de América Latina; Buenos Aires; 1970; pág. 19.
Seleccionado por el equipo Stamble Moguttu del Certamen Revolución de Mayo - 1999

 

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